sábado, 13 de octubre de 2012

Capitulo 8: Cuando todo te supera, huye.


Vuelvo a la realidad, al otro lado de la ventana un paisaje bastante conocido, mi barrio. Pongo la mano en el tirador de la puerta y  abro la puerta. Mientras giro la cabeza mirando a Alex por última vez.
-Buenas noches
- Hasta mañana.
Y sin decir más nada, salgo del coche, cierro la puerta y me marcho a mi portal. Busco en el bolso el paquete de tabaco y el mechero, necesito fumarme un cigarro antes de subir a mi casa. Escucho de lejos el coche de Alex que se marcha,  hoy no ha esperado que entre en el portal, tampoco es que vaya a entrar ya, la verdad es que no quiero ni entrar en el portal. Necesito perderme, respirar aire, necesito fumarme uno.

 Ahora que me acuerdo, dije que iba a quedar con Oscar después. Pero como no suba ya, voy a tener bronca mañana, si me quedo dormida. Necesito a Oscar ahora, tengo que verlo.

Cojo el móvil del bolso, y marco su número. Suenan el primer tono,  el segundo, el tercero y…
-Dime
- ¿Oscar?
- Si soy yo, ¿Qué quieres?
- ¿Podemos quedar?, bueno en verdad no se. Quiero verte pero no puedo llegar tarde a mi casa, que mañana tengo que trabajar, y tu sabes como se ponen mis padres si me quedo dormida.
- Si quieres te puedes quedar a dormir en mi casa.
- ¿Están tus padres?
- No, se han ido. Nos hemos quedado aquí, mi hermano y yo.
-Vale, pues me quedo allí con ustedes.
- ¿En donde estas?
- En mi portal, voy a coger el coche y voy para tu casa.
- Yo estoy en casa del Emilito, pásate y me recoges.
- Que caras tienes.
- Ya lo sé. Ten cuidadito por el camino.
- Vale, ahora nos vemos.

Ya tengo mi plan B de hoy, solo queda informar a mis padres. Con un simple sms basta. 

Mama, que estoy en casa de Marta, y como es tan tarde, me voy a quedar aquí a dormí. Mañana por la mañana voy para allá. Besos y buenas noches.

Guardo todo en mi bolso y saco las llaves del coche. Busco el coche por los aparcamientos, hace ya varios días que no lo cojo, me he estado aprovechando del coche de mi hermano para no tener que echarle gasolina al mío. Lo encuentro en los aparcamientos de la vía. Desde allí se puede ver mi habitación. Echo un vistazo y todas las luces están apagadas. Espero que no se levanten mis padres ahora, porque como lo hagan, me van a ver coger el coche.
Rápidamente saco el coche del aparcamiento y me encamino a casa del Emilito que no está lejos de aquí, al final de la ronda. En apenas dos minutos llego.
En la acera se puede ver la silueta de un chaval, la oscuridad hace que no se le pueda ver bien el rostro pero por la aquella pose, se que es él. Tiene las manos metidas en los bolsillos de un pantalón vaquero. Lleva una camiseta de mangas largas ajustada a su torso musculoso.
Paro el coche en frente suya, y despacio sin sacar las manos de los bolsillos viene hacia mi. Cada vez se le puede ver mejor, la luz de la farola me deja contemplarlo. La verdad es que es un hombre muy atractivo, demasiado creo. Bajo la ventanilla del copiloto y me dispongo a hablar.
-Buenas noches guapo, ¿Sabe usted donde hay un hotel por aquí? Me he perdido y ya es muy tarde para andar por ahí sola.
-Si quiere usted, se viene a mi casa, que estoy solo.
- ¿Y cuanto me va a costar?
- Ya negociaremos el precio.
- Uhh… Una proposición interesante.- Una sonrisa aparece en mis labios, la cual el acompaña.- Sube que te llevo a ver las estrellas.- Las estrellas, no Alex, olvídate de él.
- ¿Eso es una proposición indecente?.
- Si así lo entiendes.
Saca la mano del bolsillo y abre la puerta. Entra lentamente en el coche, sin apartar su mirada de mí. Ésta tan atractivo como siempre. Necesito llegar a su casa, contra antes mejor, y así olvidar todo lo que ha pasado esta noche. Mi vida quiero que siga siendo esta, sin preocupaciones. Yo solo yo, es lo que me importa.
-Hoy estas especialmente guapa.
- Gracias. Te diría que tu también, pero eso sería echarte demasiadas flores.
- Se que lo piensas, con eso me basta.
- Te conformas con poco.
- O no…
Me sonríe tiernamente mientras se acerca lentamente para besarme los labios. Me estampa un beso y se vuelve.
-Bueno, ponte en marcha que me estoy muriendo de hambre.
- La verdad es que yo también.
- ¿Mientras que yo me ducho haces la cena?
-Claro.
Y sin más, nos dirigimos a su casa. Fue un camino largo, muy largo. Y no por las distancias que había que recorrer, más bien, porque no volvimos a hablar. Él solo miraba por la ventana, y yo conducía.
El único sonido que se escuchaba era la música de la radio.

                                                           ---

Aquí estoy, tumbada en la cama de los padres de Oscar con él, pero no puedo dormir. Me levanto y me dirijo al salón que allí esta su hermano jugando a la play, mientras se fuma uno. Me asomo lentamente por la puerta del salón, pero no se da cuenta, normal si las videoconsolas les absorbe el cerebro. Avanzo por el salón dirigiéndome allí, y cuando voy por la mitad, parece que nota mi presencia. Gira la cabeza y me ve allí parada en medio del salón, mirándolo atentamente.
-¿No puedes dormir?
- La verdad es que no
- Siéntate aquí conmigo, si quieres.
Pues ya que me lo dice, aprovecho y me siento allí con él. Idea perfecta para aprovechar y fumar. Me acerco al gran sofá negro donde el esta sentado. Me coloco en el extremo izquierdo. En frente tengo un gran televisor de plasma, algo y habitual en las viviendas. Y en el se proyecta las violentas imágenes de un juego, que su misión básica es ir matando a todo lo que pasa por delante. Gaby no se inmuta de nada, el sigue a su rollo de la play. Yo miro alrededor, observando los cuadros de cuando eran pequeños, ¿Por qué no se habrán quedado así de monos? No tuvieron que crecer y han perdido toda la monería. Viendo una de las fotos, me doy cuenta, de lo guapísimo que era Oscar de pequeño. Seguro que era el ligón del parque.  
-¿Éramos guapos de pequeño?- miro a Gaby y me está mirando, ha pausado el juego y ha decidido hablar conmigo.
- La verdad es que si, pero solo de pequeño.
-¿Te cuento algo gracioso?- me dice mientras se acomoda en el sofá.
-Me encantaría que me lo contaras.
- De chico mi hermano era mucho más guapo que yo- De repente cambia el tono de su voz - Bueno siempre lo ha sido- hace una pausa, como si estuviera pensando algo- La gente cuando nos veía por la calle y se paraban a hablar con mi familia, siempre comentaban lo guapo que era Oscar y lo gracioso que era yo. Y un día me enfade, porque no sabía porque a Oscar siempre lo alagaban tanto y a mí solo me decían que era gracioso. ¿Y sabes que es lo que me dijo mi madre ese día?
- ¿El qué?
- Que mi belleza esta en el interior, porque yo soy un príncipe azul.
- Que bonitas palabras te dijo tu madre. Pero desde mi opinión no eres ni eras feo.
- Ya, pero al lado de mi hermano pocas personas son más guapas o igual de guapas. Es difícil competir contra su belleza. – Y de repente se me viene la imagen de alguien, Alex- Lo más importante es que estas hablando con el príncipe de esta casa.
- Príncipe azul.
-Si aunque con los años me he desteñido un poco.
-Ya me lo imaginaba.
- Por cierto que se me ha olvidado preguntarte ¿Quieres fumar?
- Si me ofreces.
- Claro que si, está en el cenicero apalancado.
Hecho el cuerpo hacia delante para alcanzar con la mano el cenicero que está en la mesita. Y aprovecho para coger también el mechero que está al lado del cenicero. Y procedo a encenderlo.
-Entonces mi hermano y tú, habéis vuelto. Después de un verano entero creía que habíais pasado página.
- Si hemos vuelto a ser “amigos”.
-Ya, ya. “amigos”- Su tono se ha vuelto burlón.
- No me gusta la palabra novio.
-Puedes llamarlo como te dé la gana, pero al fin y al cabo, su finalidad es la misma.  
- La palabra novio es demasiado compromiso para mí.
- Esa palabra tendrá todo el compromiso que tú quieras darle. Por si sola, esa palabra no acarrea compromiso alguno.
- También es verdad, pero me siento más a gusto llamándole amigo.- Le doy otra calada, echando el humo hacia el techo.
- ¿Te doy un consejo como hermano mayor que soy de Oscar?
- Si por favor.
- Si alguna vez quieres algo mas, no lo busques en mi hermano. El solo piensa en él y nunca te va a dar más. Se llevo toda la belleza pero además también se llevo toda la arrogancia y el egocentrismo. Entre otras cosas.
- Llevamos demasiado tiempo saliendo en el mismo grupo – Cambio el tono y le doy un toque de seriedad a la conversación. – y creo que lo conozco ya bastante bien.
- No te enfades, solo quería darte mi opinión de hermano mayor.  
- No estoy enfada. – Vuelvo a cambiar el tono, para calmar el ambiente.
Se hace el silencio en la sala. Nos miramos el uno al otro, pero nadie dice nada. Yo aprovecho para seguir fumando, ya casi me lo he acabado. Escusa perfecta para iniciar otra conversación y terminar de relajar el ambiente  de aquella sala.
-¿Quieres acabarlo tú?
-No, termina tú. Ya estoy harto de fumar.

Después de un rato, comienzo a notar los efectos. Y un cansancio llama a mi cuerpo a dormir. Me levanto y despidiéndome de Gaby y me retiro al cuarto a dormí con Oscar. Él cual ya lleva un rato soñando placenteramente. Y después de acurrucarme en mi lado de la cama, caigo en un sueño regenerador y placentero, Pero muy corto.



8.00 de la mañana.
Salgo todo lo rápido que puedo de la habitación vestida y con los zapatos en la mano.  Cada paso lo doy con cuidado para no despertar a nadie. Me miro en el espejo del pasillo, y esta situación me parece absurda. Parezco una de las personas que huye a la mañana siguiente de una noche loca, sin querer volver a ver a aquella otra persona que en la noche anterior fue víctima de sus besos y caricias, y para que, para después huir como un cobarde.
Pero no me parezco en nada a esa persona, me intento convencer a mi misma. Yo huyo de mi mundo a la realidad, y mi realidad es, que llego tarde al trabajo.
Sigo andando hasta llegar al salón, y allí tumbado en el sofá se encuentra Gaby, dormido profundamente con el mando de la play en el pecho. Cojo una de las mantas que hay en el sofá pequeño, y se la hecho por encima, después de esto prosigo con mi camino, con más cuidado aun para no despertarlo. Y cerrando la puerta tras de mí los dejo allí, durmiendo placenteramente y sin ninguna preocupación.


13.00
Llevo varias horas trabajando, pero parece que llevo una vida. A cada momento hay más gente y no paro de poner bien las cosas, de entrar y sacar mercancía, y de atender a clientes. Lo que viene siendo trabajar duro y eso cansa demasiado. Además de que llevo aquí tres horas y no he hablado con mis compañeros, solo trabajar, trabajar y trabajar. Creo que el cerebro se me está saturando hoy, tanto trabajar no tiene que ser bueno. Miro en una de las perchas y veo que hay ropa mezclada así que me pongo manos a la obra interrumpiendo mi conversación interior, y me concentro en colocar cada cosa en su lugar. Pero algo interrumpe mi trabajo, es una mano en mi hombro que me llama con los dedos. Giro rápidamente para ver quién es, y allí está Alex mirándome.
-Dice Alejandro que salgas a desayunar, aprovecha ahora que hay un momento de tranquilidad.- y se queda callado allí, enfrente mía, mirándome fijamente.
- Vale. Voy a terminar de colocar esto y salgo.- hecho un vistazo a la tienda y solo veo dos clientes mirando algo en el fondo, pero nada comparado con la cantidad de gente que había antes.
- Trae – siento sus manos en mis manos, cogiendo las perchas que tengo cogida.- Yo me encargo de esto, sal tu que estarás muerta de hambre.
- No te preocupes que por cinco minutos no me muero de hambre.- le digo mientras en mi rostros aparece mi mejor sonrisa.
-Cabezona. – y me sonríe con su sonrisa contagiosa, ese sonrisa que tanto me gusta.
- Un montón, ¿y qué?
- Valla la pequeñaja esta vacilona hoy.
- Pequeñaja, que sabrá un burro lo que es un pistolín.- y de la sonrisa pasa a la risa en un cambio brusco.
- ¿Y ese refrán tan antiguo?
- Eso se llama cultura. Para que veas que no soy tan pequeña.- De repente me doy cuenta que todavía me está sujetando las manos, aquel contacto de repente se vuelve contra mí, subiéndome los colores y no dejándome pensar.
- Bueno, bueno eso no está decidido aun. Ahora si no quieres que me enfade contigo, vas y meriendas.
- Cabezón – Y soltando sus manos, me dirijo con pasos un poco temblorosos hacia el mostrador.
Cojo mi bolso del armario y la chaqueta negra a juego con el uniforme. Y cruzo otra ves la tienda pasando por detrás de Alex que no para de mirarme.
-Voy a alimentar un poco a mi cuerpecito serrano.- Le digo para picarlo.
- Hazlo tu que puedes.- Me mira con una mirada intensa.
Me rió mientras salgo por la puerta del almacén, y escucho como el también se están riendo. Como me gusta picarle.

Después de desayunar me enciendo un cigarrito y tranquilamente me lo fumo, tengo media hora de descanso, y la voy a aprovechar hasta el máximo. Saco el móvil del bolso y busco a Oscar en el whatsap para ver su última conexión. Veo que desde anoche no se ha vuelto a conectar por lo cual ni se ha molestado en despertarse.

Empiezo a notar el cansancio acumulado en mi cuerpo, solo pensar en una cama los músculos se me relajan, y los parpados se me cierran, ayer me dieron las tantas y todavía estaba despierta, y hoy debería de estar durmiendo en ves de trabajando. Y lo peor de todo que hoy empieza el fin de semana, y estoy ya sin pilas, no quiero ni imaginarme como acabare el domingo.

Hablando de fin de semana, esta noche tengo que salir de disco, y no se que ponerme, tengo un problema, y necesito una solución rápida.

Abro el chat de marta, y comienzo a escribir.

Tengo un problema, hoy es viernes y no tengo ropa para irnos de discoteca, además de estar muerta porque casi no he dormido. Hazme un favor, déjame algún vestido tuyo. Porfissss, Te quiero.

Supuestamente Marta esta en clase y no puede coger el móvil, pero eso es solo una regla que se incumple sin más, y en menos de un minuto tengo mi respuesta.

Ok, pásate esta tarde por mi casa y te dejo algo. Por cierto ¿que hiciste anoche para estar tan cansada? O ¿con quién saliste?... Ya no me cuentas nada, me estas decepcionando.

Marta como siempre en su faceta cotilla, esta chica nunca se cansa de buscarle tres pies al gato


No hice nada del otro mundo, salí con Alex a dar una vuelta y me volví a mi casa.


Evidentemente lo de Oscar lo omito, es mejor así.


Vale, es evidente que no me vas a decir nada por aquí. Esta noche te lo saco a la fuerza, o se lo saco a él. Como tú veas.


Eso es una amenaza.


Con todas sus letras


Te lo cuento luego

Con pelos y señales

Que si… Te odio.

Y yo a ti. Te dejo luego hablamos.

Eso que al final por mi culpa te van a pillar con el móvil en clase. Hasta luego.

Mi amiga la cotilla me va a tener preparado una entrevista confesora para que le cuente todo lo que paso anoche, pero ¿qué paso anoche? la verdad es que no me preocupo, no tiene mucho donde rascar, ya que anoche no paso nada del otro mundo. 

Ahora lo importante es que tengo que volver a entrar a trabajar, y me quedan dos horas y media de trabajo intenso, y lo peor de todo es que no tengo fuerzas ni para levantarme.




16.07
Miro el reloj las cuatro y siete, no me lo puedo creer, hora de salir.
Recojo rápidamente las últimas prendas. Y lo coloco todo de forma ordenada. En menos de cuatro minutos ya estoy preparada y abriendo la puerta del almacén para salir. Pero esta vez no me acompaña Alex, que hago lo espero o me voy, hace ya rato que no lo veo.
Cruzo el almacén mientras me debato por las dos opciones, abro la puerta que da al exterior y allí lo veo, está sentado en el muro, mirando al suelo, con una mirada perdida en el tiempo.
-¿Qué haces ahí tan solito?- El ruido de mi voz lo despierta de sus pensamientos, y cuando me ve inmediatamente aparece en su rostro esa sonrisa.
- Que me han dicho que una muchacha muy guapa sale ahora de aquí, y la estaba esperando.
- Que gracioso. – Le digo con tono irónico.- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
- Pues desde menos diez.
- ¿A qué hora salías hoy?
- A menos cuarto.
- No hacía falta que me esperaras.
- Ya lo sé, pero me ha apetecido esperarte. ¿Tienes hambre?
- Un poco la verdad.
- Yo voy a comer en un bar cerca de aquí, acompáñame y no como solo.
- Es que…
- Por favor. – y pone cara de suplica, que me hace más difícil el ponerle alguna escusa.
- Vale pero rapidito que estoy muerta de sueño.- le digo con cara de pena, para poder librarme de este almuerzo repentino.
- Valla, se la saca un ratito y ya está reventada. ¿Y tú eras la fiestera?
Si tu supieras como se alargo el ratito, pero evidentemente nunca lo vas a saber. 
- Bueno, ¿una no puede estar cansada un día?-  
- Anda y no te quejes más. – Comienza a andar en dirección a su coche que está aparcado cerca de los camiones y yo le sigo a pocos pasos.-¿A qué hora te acostaste ayer al final?
- Nada más llegar caí en la cama como un muñeco.- miento con temor que me descubra.
- ¿Te riñeron tus padres por llegar a esa hora?- pregunta mientras abre la puerta del coche y espera mi respuesta allí, mirándome atentamente.
- No, no. Estaban dormidos cuando llegue.- Termino de dar la vuelta al coche y subo. – Y a ti ¿te riño alguien cuando llegaste?
- Hace ya tiempo que no doy explicaciones de lo que hago.
- Es verdad se me olvidaba que hablaba con el señorito mayor.- le digo en tono burlón.
- ¿Me estas llamando viejo?
- Entiéndelo como tú quieras.- Le guiño un ojo para picarlo aun más. –Y ahora por favor vayamos a comer que tengo hambre.
-Claro, alguna comida en particular que desee la señorita.
- Un Mcdonald’s que es más rápido y barato.-Mi idea ha sido brillante, en pocos minutos estaré en casa durmiendo, pero Alex se pone la mano en la barbilla y pone cara pensativo.
- No me llama la atención esa idea, para un día que salgo a comer quiero pasar algo de tiempo degustando la comida- Me mira sonriendo, haciéndome notar que no es por aquello por lo que no vamos a ir al Mcdonald’s
-Ya se a donde podemos ir.
- ¿A dónde?
-Arranca que te voy a ir guiando.
- veras donde vamos acabar.
- Que poca confianza tienes en mi.
-La verdad que ninguna. Por cierto quieres una clase rápida de donde está la derecha y donde está la izquierda.
- Capullo.- lo fulmino con mi mejor mirada pero el pasa de mi y comienza a sonreír. 

A los pocos minutos llegamos al lugar, el viaje no ha sido muy problemático  ya que solo me he confundido diez veces con la izquierda y derecha, y ha tenido que dar cambios brusco de dirección.  Pero que se le va ha hacer nadie es perfecto.
Dejamos el coche en la avenida principal, en frente de un bar-pub llamado Cinco avenida. Es un pequeño bar, la puerta principal es de madera un poco vieja, pero cuando entras todo cambia. Por dentro tiene una decoración moderna. En la parte mas próxima a la puerta tienen varias mesas blancas acompañadas de unas sillas negras con forma un poco extraña, tan extraña que nunca encuentras la manera de colgar el bolso. En la parte derecha esta la barra, también es de madera, allí se encuentra un chaval, bastante conocido para mi, se llama Valen, es un crack jugando al futbolin, mi proposición para este año es ganarle en el campeonato de futbolin que se celebra aquí.
Al fondo, se encuentra otra sala, por la cual se acede subiendo una pequeña escalera, allí esta la zona de ocio como nosotros le llamamos, tienen un par de mesas de futbolin y billares, ademas de dianas y una gran pantalla de televisión.
- Buenas tardes, ¿Que hace tu por aquí a estas horas?- Me pregunta Valen desde la barra cuando me ve aparecer por la puerta.
- Acabo de salir de trabajar y vengo a ver que me puedes poner de comer, vengo muerta de hambre asín que no me falles he. A por cierto te presento, el es mi compañero de trabajo Alex.
-Encantado - Valen estira el brazo esperando recibir la mano de Alex.
- Igualmente- Este responde dándosela y acabando en un apretón de manos.
-Bueno, que queréis de comer.
-¿Que me aconsejas?- Espero que sea algo rapidito de comer.
-Viendo que venís hartos de currar y muertos de hambres, os aconsejo un buen serranito.
- Me gusta tu consejo, pero hoy tengo demasiada hambre, por lo cual me arriesgo y me voy a pedir un serranito especial de la casa.- Nunca en mi vida me lo he pedido ya que el plato es el doble de grande que mi barriga por lo cual, eso ahi no cabe.
- Hoy venimos fuerte ¿eh?
- Tu no sabes la paliza que me han dado hoy en el trabajo, me comería tu brazo ahora mismo si le echaras un poco de salsa- Valen y yo comenzamos a reír, mientras que Alex nos observa. - Alex ¿Tu que vas a querer?
-Yo, lo mismo que tu. Voy a arriesgarme también.
- Bueno dos serranitos especiales para estos dos trabajadores muertos de hambres. ¿y de beber que os pongo?
- Yo quiero un tinto y ¿Alex?- Lo miro esperando su respuesta.
- Yo quiero una cerveza.
- Ponle un coca-cola, tiene que conducir- Bajo el tono haciendo como si la información que le acabo de dar sea confidencial.
- Entonces que sea dos coca-colas. Ella tiene que conducir luego, ¿O no?- Alex me mira diciéndome con la mirada, "donde las dan, las toman".
-Pues dos coca-colas- afirma Valen.
- He, Valen tu sabes que yo soporto adecuadamente el alcohol.- Pongo cara de ángel, esta cara siempre funciona.
- Mejor no hablo, y pongo dos coca-colas. -Estiro el brazo y le doy un pequeño puñetazo a Valen.
- Te la tengo guardada que lo sepas.
- Cuando quieras te la cobras en el terreno de juego.- Valen me mira con mirada picara, siempre lleva las de gana en ese terreno.
- Eso esta hecho pero después no llores.
- Nunca nena- Valen me guiña un ojo, o lo que yo respondo sacandole la lengua.
- Ya veremos. - Me giro y me encamino a una pequeña mesa de dos comensales que hay en la parte izquierda del bar, en la parte mas alejada de la puerta. Escucho como Alex me sigue a pocos centímetros de mi. Llego y me coloco en la silla que tiene vista a la puerta, nunca se sabe quien puede entrar. Alex se coloca en frente mía, mirándome, no no, las miradas me intimidan.
- ¿Conoces este bar de  antes no?
- Si bastante- Miro hacia la pared que tenemos al lado, y allí lo veo- mira ese cuadro.
Alex se levanta y comienza a observar el cuadro. En el cuadro ahí una foto y alrededor de toda la foto un texto y concluyendo aquello esta mi nombre junto con el de Valen, Marta y Fer.
- Asín que ganadora del campeonato femenino de futbolin de este local. Me sorprender por momentos.
- Pues todavía te queda tanto por saber de mi.
- Pues cuéntame algo.
- Es un cerebrito,- Valen nos interrumpe - lo que pasa que es muy floja para utilizar toda esa inteligencia que tiene. - Coloca las coca-colas en la mesa. - aquí están las coca-colas en diez minutos tendréis los serranitos.
- Muchas gracias- Valen se gira y comienza a andar dirección a la barra- ah Valen, por cierto te equivocas, la utilizo pero solo cuando me interesa, por eso soy tan inteligente. - le guiño un ojo y comenzamos a reír.
- Si, no vaya a ser que se te gaste- Su tono ahora es mas alto para que lo podamos oir a pesar de la musica.
- Evidentemente, no esta la cosa como para malgastar neuronas asi porque si.
-Evidentemente- Se rie y se entra a la cocina a ayudar a su compañero.
Ya por suerte o por desgracia solo quedamos los dos, por lo cual soy victima facil del test de personalidad que me va a realizar Alex en cualquier segundo.
-Bueno, bueno, jugadora de futbolin y no solo eso, campeona en este bar.
Pues si, ahí va el comienzo del interrogatorio.
- Si, increíble pero cierto.
-Bueno bueno seguro que era un campeonato de dos personas.
- Ejem, que gracioso, pues no. Éramos bastantes chavalas, vamos pero si quieres ahora te dejo en evidencia.- Dirijo la cabeza hacia la mesa de futbolin, pero espero que no se anime, ¡que quiero dormí...!
-  No juego desde hace tiempo, y ya no tengo practica.
- Oh, pobresillo, tiene miedo de que le gane al futbolin, eso daña absolutamente tu hombría.
- Bueno bueno tu no eras la que estaba muerta de sueño y cuando terminemos de comer te ibas a ir a tu casa a dormí.
- Si pero, siempre ahí tiempo para ganar.
- Primero comemos y luego ya veremos, que con el estomago vació no se piensa con nitidez.
- Escusas. - y ahí esta mi mejor carta en esta batalla, la cara de niña buena que nunca a roto un plato, los hombres son tan simples que siempre funciona. - Cambiando de tema, hablemos un poco de ti.
-¿De mi?, no tengo una vida tan interesante como tu, lo siento.
-Venga ya, seguro que tienes cosillas por ahí guardadas- acerco mi mano a su chaqueta y tiro de la solapa. hasta que mi boca roza su oído -No te hagas el angelito que ya nos conocemos.
 -Bueno- aleja su oído y con la mano aparta el mechón de pelo que le estorba en su camino hasta colocar sus perfectos labios en mi oreja - ¿Quien te ha dicho que sea un angelito? - para el tiempo justo para hacer aquel momento mas interesante y luego prosigue - Puede ser que creas, lo que yo quiero que creas.
- ¿Eh?- Me alejo rápidamente y  me coloco recta otra vez en la silla- ¿Perdona?, lo que me faltaba por oir, un hombre que se cree que manipula a las mujeres, chico te queda mucho por aprender de esta vida.
- Te as picado enana. -Vuelve a su sitio recto mirando intensamente a los ojos, esa mirada que quema y te obliga a mirar hacia otro lado.
-Primero no me he picado, y segundo chavalito asúmelo te acabo de decir una verdad como un templo de grande, los hombres creéis que controláis las situaciones, que manejáis a vuestras mujeres y al final os desilusionáis porque una mujer es una mujer, somos de naturaleza manipulativa y controladora, por lo cual, esa guerra la tenéis perdidas contra nosotras.-mi cara en estos momentos suele ser un poema, no puedo soportar que un hombre vaya de chulito, y menos que se crea mejor que yo.
El silencio se prolonga unos instantes en su rostro solo puedo ver alegría, se puede saber que hace con su vida, lo acabo de dejar callado, he atacado su orgullo, y no responde, solo muestra alegría. Este chico no se entera que cuando una mujer te ataca, metes el rabo entre las piernas y te marchas enojado a casa.
-Me encanta.-Por fin raciona, pero no de la manera que esperaba.
-Te encanta, ¿El que?.
-Todo.
-De verdad chavalito a mi me desesperas.
-Eso también me encanta.
-uf, -Cierro el puño, este hombre puede con mi paciencia, ah ¿Pero yo tengo de eso? -Mira me encantaría que alguna vez, mostraras algún sentimiento de odio, cabreo, etc. Eso que llama la gente sentimientos negativos. Vamos que a lo mejor ese capitulo de barrio sesamo te lo perdiste. Todo puede pasar en este mundo. Yo ya no me lo creo todo.
-Porque mentirte, si contigo me siento a gusto, y me encanta cuando te cabreas, me insultas o intentas desesperadamente controlar una situcion, que como ves solo controlo yo.
- Vamos a dejarlo, porque alfinal cojo el palo del billar y te doy en la cabeza, asin las dos neuronas que te quedas te hacen contacto y empiezas a pensar. Que controla dice.
Y allí están esa risa suya que estos momentos me lleva de cabeza.
-Aquí están sus dos serranitos especial de la casa. - Valen deja los dos platos en la mesa, cada uno en su sitio, me mira y se topa con mi cara de cabreada, por lo cual se pone serio, muy serio.- Alguna salsa en especial, o os dejo seguir hablando mejor.
- Pues menos hablar y más comer como me decía mi madre. - Aparto la mira de Alex y miro a Valen, sacando mi mejor sonrisa- A mi tráeme mayonesa.
- Yo cogeré de su mayonesa.- Alex me mira pero se topa con la cara ceja levantadas, traduciendo, ¿Que coño estas diciendo?.-Bueno si ella me deja. - Inteligentemente intenta rectificar lo que acaba de decir.
- Valen, tráete el bote grande de la mayonesa de la cocina, que si no me lo acabo echando en la comida se lo echo a este por encima.
- Bueno, bueno traigo cuatro sobres y evitamos la guerra.

17.30

Ha pasado ya una hora, mas que menos, desde que llegue a este bar. Una hora que ha dado de si mucho, después de comer (bueno si a eso se lo podía llamar comer porque mas bien a sido devorar el serranito en pocos segundos) seguimos sentados hablando, hasta ahora, que ya los pocos temas de conversación que podíamos haber tenido se han acabado, y la verdad no pienso sacar mas el tema atmosférico, es una buena salida cuando no hay mas que hablar pero ya lo hemos sacado tres veces y una cuarta seria la catástrofe en la comunicación oral. No alarguemos mas lo que no puede ser alargado.

Me pongo recta y lo miro a los ojos, uf, vaya ojos. Y poco a poco van surgiendo las palabras.
- Bueno creo que es una hora decente para ir a mi casa y dormí un rato que si no esta noche no voy a estar al cien por cien. Y claramente un viernes por la noche hay que darlo todo.- Concluyo mi magnifica proposición guiñando un ojo, algo tentador para el genero masculino.
- Algún día aprenderás a disfrutar del sol tan maravilloso que tenemos y no tanta noche.
-Tu mismo lo has dicho algún día. Mientras tanto me preparo para una noche de fiesta y locuras.
-Que pequeña eres. - Y ahí esta esa cara, tan tentadora para el genero femenino, ¿o solo para mi?. -Y cuantas cosas te quedan por aprender.
-Esperemos que no quede mucho para que alguien me las enseñe.
- Si quieres yo te las puedo enseñar. -Poco a poco acerca su cara hacia mi, pero menos mal que tenemos una mesa mas o menos grande que nos separa.
Si menos mal que tenemos la mesa porque si no, no se que pasaría. La cabeza me empieza a dar vueltas y no puedo dejar de mirar aquellos labios que se aproximan lentamente hacia mi, pero creo que la mesa ya no es un impedimento, mi cuerpo se va inclinando hacia delante dejando cada vez menos espacio entre los dos, y cuando solo queda dos dedos entre los dos su cara gira treinta grados y se acerca mas, aun mas, hasta llegar... a mi oreja. Y todo mi mundo se viene abajo, mientras escucho su mejor voz, una voz seductora que en estos momentos se clava dentro de mi.
- Vamos que también te las puede enseñar otro que sepa mas que yo.
Cabrón.
- Si también por eso nos vamos, no vaya a ser que este el amor de mi vida por aquí y yo no lo sepa y me vea contigo. Eso seria un punto bajo para mi reputación.- Lo digo a media voz porque sigo teniendo su boca en mi oído y mi boca por lo cual se encuentra a pocos centímetros de su oído.
- Que pena que pienses que alguien te pueda dar algo mas que yo.
Y otra vez caigo en esa nube toxica que me deja delirando.
- Hay muchos hombres en este mundo.- Digo no muy segura.
- Pero para que confórmate con cualquier otro hombre, si me puedes tener a mi. Y no me digas que no estas deseando. - Coloca su mano en mi pierna y comienza a hacerme cosquillas con uno de sus dedos, desde la rodilla y subiendo hasta... uff, no se bien hasta donde esta subiendo.
Puto niño malcriado que se cree algo, pero que por desgracia tiene todas las de ganar, lo odio. Lo siento pero mi plan va a cambiar en este mismo momento porque si no voy a caer en el mayor error de mi vida.
- Lo siento tu oferta es muy tentadora, pero creo que llegas tarde, yo ya tengo a mi hombre.
- Estar enamorada -Su tono se vuelve mas burlón-  platonicamente de algún famoso, no impide nada.
- No es ningún famoso, es Oscar. -Se retira rápidamente y me mira a los ojos  buscando alguna pizca de mentira de aquella información. -Ayer no subí a mi casa, me fui con el. El siempre ha sido el dueño de mi corazón y siempre lo sera y eso ni tu ni nadie lo va a poder cambiar. - Si me creciera la nariz como a pinocho cada vez que miento, ahora mismo estaría tirando todas las botellas de alcohol de la barra con ella.
- Pero...
- No hay peros que valgan, y ahora quiero irme a mi casa, me duele la cabeza y necesito descansar porque como te puedes imaginar ayer hice de todo menos dormí, asín que estoy bastante cansada.
Me levante en un solo movimiento evitando mirarlo a la cara, voy a la barra y pago con un billete de 10 euros y para no perder tiempo le digo a Valen que se quedara con los dos euros que sobraban.

Del camino del bar a mi coche poco que decir el estaba sumido en un silencio absoluto y yo solo pensaba en si no me había pasado dándole detalles. Pero si me he pasado que se aguante, eso le pasa por listillo. Al cabo de media hora pude dormí esa siesta tan anhelada.





sábado, 22 de septiembre de 2012

Capitulo 7: Cuando algo va mal, siempre queda la esperanza de que pueda ir mejor.



Jueves.

El miércoles paso rápidamente en mi calendario, un día intenso de trabajo una salida al banco de debajo de mi casa  y cuando me di cuenta estaba tumbada en mi cama escuchando música esperando que el sueño viniera a verme otra noche mas.
El día de hoy en el trabajo tampoco ha sido interesante, Alex no ha parecido en todo el tiempo por la tienda, por lo visto me ha dicho Alejandro que hoy Alex como hombre fuerte que es, ha ido a echar una mano en el almacén de la sección de mujer. Así que me he llevado todo el día sola con Alejandro. Volvi a casa y me puse en el ordenador a buscar nueva música para mi coche.
Y aquí sigo mirando la pantalla encerrada entre estas cuatro paredes esperando que alguien me salve de seguir aquí, pero creo que hoy voy a tener que pasar a mi plan b, porque Marta e Irene no salen, mañana tienen un examen, Fer está de fiesta desde ayer hasta no se sabe cuándo y Fran se ha ido a Cádiz hasta el viernes. Solo me queda Oscar, le voy a mandar un whatsapp para quedar esta noche.

Si supieras cuanto te quiero que sin ti me muero que por ti no espero que las horas se me pasan y yo estoy en casa esperando un whtasapp.

Creo que Oscar se me ha adelantado. Cojo el móvil y abro el whatsapp pero aquel no era Oscar, era Alex.

Me ha dicho Marta que hoy ninguno va a salir, quieres que te recoja y me acompañas que tengo que ir a un sitio.

Lo pienso detenidamente, porque no voy a quedar con él, solo somos amigos que quedan para acompañarse. ¿Y Oscar?, luego quedo con él cuando vuelva y así me puedo fumar uno.

Claro que te acompaño, ¿A qué hora quieres quedar?
¿Te parece bien a las ocho y media?
Me parece perfecto. ¿A dónde vamos?
Ya lo veras.
No querrás secuestrarme
¿Confías en mí?
No mucho.
Por un día, déjate sorprender por mí.
A mí no se me sorprende fácilmente.
Ya veremos. Te veo en un rato.

Solo tengo una hora y media para arreglarme, por lo cual descarto la opción de alisarme el pelo, una coleta y espuma rizadora. Pero tendré que empezar o si no, no me da tiempo. Me levanto para preparar todo y comenzar a arreglarme, elijo bien la ropa que voy a llevar, y combino todos los complementos.
Después de una hora y media estoy perfecta, me miro en el espejo, y allí esta mi figura, la coleta me da un aire más infantil y la ropa un estilo deportivo. Creo que la elección de ropa es perfecta.

Si supieras cuanto te quiero que sin ti me muero que por ti no espero que las horas se me pasan y yo estoy en casa esperando un whtasapp.

Cojo el móvil de encima del escritorio, y allí tengo mi nuevo whatsapp.

  Baja que estoy aquí abajo, por favor date prisa y no te lleves veinte minutos para bajar, que sois todas iguales.
  Encima ahora te queja de que tardamos mucho, pero bien que os gusta que vayamos lindas para presumir de acompañante.
  Ya que tenemos que esperaros aprovechamos luego y presumimos de la chica guapa que llevemos al lado, tontos no somos.
  Como me sigas distrayendo no nos vamos nunca, tardo un segundo.


Dejo el móvil en la mesa, y rápidamente recojo todo, porque después de vestirme siempre tengo la cama llena de ropa que al final no he decidido ponérmela. Parece que todo está listo, recojo el bolso y el móvil, un ultimo vistazo a la habitación, y me marcho.

Salgo del portal y a lo lejos puedo ver su coche, está allí parado, la oscuridad de la noche no deja ver el interior del coche, pero algo me dice que allí esperando a que yo llegue. Abro la puerta y me siento en el asiento del copiloto volviendo a cerrar la puerta tras de mí. Miro al asiento del conductor y allí está el mirándome, observando todos mis movimientos, esperando a que termine para irnos, pero antes de poder acabar de colocarme su voz interrumpe el silencio del coche.
-Buenas tardes.
-Mejor dicho buenas noches.- En su rostro comienza a aparecer esa sonrisa suya, esa sonrisa especial que tiene - Has visto no he tardado veinte minutos como tu decías.
- Solo han sido cinco, te parecerá poco.
- Quejica – Esa sonrisa, cada vez ilumina mas el coche- Deja de reírte de mí.
-No me rió de ti
- Ah, no y porque estas con la sonrisita.
- Estoy feliz.
- ¿Que es lo que te pone tan feliz?
- Todo. Tus comentarios, tu forma de abrigarte cuando aquí no hace mucho frió  tu sonrisa, tu cara de ángel, esa mirada de enfadada cuando me has obligado a dejar de reírme de ti y sobre todo me pone feliz el poder picarte, como a una niña pequeña.
- ¿Esto es lo que voy a tener que aguantar hoy?
- Se que te gusta pelearte conmigo.
- Si he descubierto algo nuevo que hacer, como si yo no tuviera ya muchas cosas.
- No niegues lo evidente.
- Y tú no digas gilipolleces.
- Te gusta hacerte la dura.
- Y a ti te gusta que deje callado. – Volvió a parecer el silencio, pero esta vez seguíamos comunicándonos, atreves de nuestras miradas, y su sonrisa. Viendo que esto iba a ir para largo, vuelvo a la expresión oral que se me da mejor –¿Me vas a decir a donde me llevas?
- Es una sorpresa, ya lo veras.
Y quitándome la mirada de encima, metió la primera marcha y salió por aquellas callejuelas buscando la autopista.
 Dejamos atrás mi ciudad, aquellas luces que iluminaban el cielo, que todo el mundo llamaba contaminación lumínica, aquel ruido continuo de coches, el ruido de las voces de la gente, aquella aglomeración de información la cual no te daba tiempo de procesar. Para ir, a no sé dónde.
Después de veinte minutos conduciendo por carreteras secundaria, llegamos a un pequeño escampado oscuro, los faros del coche alumbran unos merenderos, miro para todos los lados pero allí no se puede ver mucho, más que la oscuridad apaga todo aquello.
-¿Dónde estamos?- Le pregunto.
- lejos de la luz.
- Eso ya lo veo, pero ¿cuál es la sorpresa?
- Sal del coche y lo veras.
Abre la puerta y se marcha, se sienta en la mesa del merendero, pero yo sigo aquí en el coche mirándolo. Después de pensarlo unos segundos decido salir, voy caminando lentamente para no caerme con alguna piedra de aquel campo, pero parece que todo va bien, he llegado sin problemas y me siento allí con él.
-Ya he salido del coche, y sigo sin poder ver nada.
- No miras bien.
- No hay luz y no se ve nada.
- Buscas mal, no mires para los lados.
- ¡No vendrá algo por detrás mía!- y en rostro desaparece esa sonrisita suya, para aparecer una risa, que inunda de sonido todo aquel campo.
- Mira para arriba.
Miro al cielo, y allí solo se ve algo hermoso, no está claro como en la ciudad, aquí está oscuro y con un gran acumulo de estrellas, algunas más grandes que otra pero ninguna supera la belleza de la luna, que nos mira desde el horizonte. Aquel cielo era tan bello que no podría describir, algo mágico en este mundo tan real.
Nos tumbamos en la mesa de los merenderos los dos, uno al lado del otro, mirando las estrellas y hablando de nosotros, de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.



Pasa el tiempo en mi reloj, pero yo sigo allí  tumbada en la mesa de aquel merendero con Alex, mirando el cielo. Es un momento tan mágico que me olvido de de llamar a Oscar para fumar luego con él, me olvido del tabaco, de beberme una litrona para celebrar la noche del jueves como dice nuestra tradición, de la hora que es y mañana tengo que trabajar, me olvido de todo excepto de Alex y de aquel manto de estrellas. 

- ¿Que te ha parecido la sorpresa? -me pregunta mirándome a los ojos.
- Soy difícil de sorprender, pero no imposible, y la verdad esto me ha sorprendido. Nunca me había fijado en las estrellas y en su belleza, relaja mucho la verdad.
- No será porque no salgas por las noches. - Y aquí aparece otra vez esta sonrisa suya tan especial.

Y allí nos quedamos los dos, mirándonos el uno al otro sin poder hablar. Hago un esfuerzo por reaccionar, pero no puedo. Sigo nadando en sus ojos, vagando en su sonrisa y pérdida entre las estrellas. 
Esta situación hace que surja en mi una batalla, entre las dos partes más importantes de mi ser, mi corazón y mi mente.  Mi corazón me dice que me deje llevar por el momento, pero mi mente me trae de vuelta a la realidad, y en esta batalla, gana la mente y deja al corazón llorando su derrota.
Me levanto rompiendo toda la magia del momento, todo lo bello se esfuma en un segundo, ya solo siento miedo, el miedo que da no poder ver más allá de la oscuridad, de no poder afrontar la situación, y el miedo de un corazón vencido y desolado.
Alex se incorpora también y se queda allí mirándome, atento a mis movimientos, esperando una explicación de lo que había pasado. Miro el reloj, las agujas marcan la una, allí esta mi escusa perfecta para salir de allí.
-Alex, son la una. Nos deberíamos de ir.- Propongo mientras marcho lentamente al coche, sin mirar atrás.
- Si, deberíamos irnos.
Nos montamos en el coche, para dejar atrás aquel mágico momento, y dirigirnos a la realidad, a aquella ciudad de luces y sombras que nos espera a veinte kilómetros.
En el camino de vuelta solo se podía escuchar la música que salía de los altavoces del coche. Me lleve todo el camino analizando las letras de esas canciones, y como siempre son las menos apropiadas para el momento. Parecía que aquella persona que estaba poniendo las canciones en la radio, sabía mi situación, y las ponía para que me diera cuenta de lo tonta que puedo llegar a ser.  

Tenemos la mala costumbre de querer a medias, de no mostrar lo que sentimos a lo que están cerca, tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos sólo cuando lo perdemos es cuando lo añoramos…

Y aquella letra, que alguien en otra parte del país ha decidido poner en este día a esta hora, se clava en mi mente, palabra por palabra.


Capitulo 6: Quien juega con fuego, acaba quemándose.



 En esa misma hora algo pasa en una habitación de esa misma ciudad.

Una muchacha esta tumbada en su cama con lagrimas en su rostro, mira una y otra vez aquella notica que le ha dicho esta mañana aquel aparato, deja todo en el suelo, pero todavía no se cree lo que le está pasando y probablemente le cueste asumir mucho tiempo asumir aquella noticia. Un sonido interrumpe el silencio de la noche, es el móvil, alguien le ha hablado por whatsapp. Se levanta y coge el móvil que se encuentra en la mesita de noche, y abre la aplicación, allí esta su amiga que desde otro lugar se preocupa de la situación, después de todo es su mejor amiga y si no se preocupa ella, ¿Quién se va a preocupar?

Que ha pasado, llevas todo el día sin dar señales de vida, ¿Te lo hiciste esta mañana?

La chica mira otra vez todo aquello que ha dejado en el suelo, no se podía creer como aquello era lo más importante ahora mismo. Aquello arruinaba todos sus planes.

Si me lo hice esta mañana, me ha dado positivo, hoy he llamado al médico sin que mis padres se dieran cuenta. Tengo cita en dos días, necesito que me acompañes. No puedo creer que esto me este pasando a mí.
No te preocupes que aquí estoy yo para lo que necesites, mañana voy a tu casa y lo hablamos. Tenemos que buscar una salida a esto.
Si mis padres se llegan a enterar de esto, me van a matar, illa que no se quien es el padre, que Samuel lleva dos meses fuera y hace tres semana que se entero de todo y me dejo. La he liado no se porque le puse los cuernos, ¿ahora que hago yo?, necesito ayuda.
Yo sé todo lo que estas pasando, pero eso que no tenga padre está por ver.
Como que está por ver, ¡no se con quien estuve esa noche!, peor no se con quien he estado estos últimos dos meses.

De sus ojos vuelve a brotar esas lágrimas, con la manga del pijama se las limpia,  pero aquellas lágrimas brotaban sin parar y ya no había remedio.
La chica sabia que esas lágrimas no eran como las lagrimas de amor o un desamor, que aquellas lágrimas eran porque ella lo había liado todo, pudiendo tener ahora una vida perfecta con él, pero ya no valía la pena volver a por él y decirle ¡enhorabuena eres padre!, aquello no le iba a servir de mucho, Samuel ya no la creía, ella lo había traicionado. Ahora ella se encontraba sola frente a un problema y el ya no la podía salvar.
Volvió a mirar el móvil, y con lágrimas en los ojos vio lo que su amiga le había puesto.

Encontraremos al padre, y si no pensaremos otra solución, no te preocupes. Descansa y mañana nos vemos.
Muchas gracias, no sé qué haría sin ti Claudia. Hasta mañana

Y aquella misteriosa muchacha apago el móvil y cerró los ojos esperando que el silencio de la noche la hiciera olvidar todo aquello.